Tras la emergencia y la crisis vividas durante la pandemia, se ha hecho evidente que necesitamos con urgencia la formación de liderezas, mujeres, niñas y adolescentes, en todas las comunidades, en las organizaciones civiles y por supuesto, en los centros de enseñanza. Porque es con ellas que podremos transformar las maneras de organización y control hacia un modelo más horizontal e igualitario. Estas son algunas apreciaciones de las Naciones Unidas y la Cepal.
La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE, 2020), ha constatado que la confianza pública en las autoridades y el asesoramiento brindado por los expertos fueron fundamentales para enfrentar la crisis provocada por la pandemia. Sin embargo, para llegar a ellos es precisa la apertura hacia gobiernos más cognitivos y menos ideológicos.
La falta de solidez institucional ha impedido a muchos países responder a las necesidades urgentes provocadas por la crisis, lo que ha manifestado la urgencia de liderazgos más horizontales, caracterizados por su organización, protocolos y estrategias, y para los que lo crucial son los servicios sociales y un sistema público de calidad menos vertical y jerárquico.
Trabajar en los liderazgos de la región supone fortalecer y mejorar las prácticas gubernamentales, profundizar las democracias y aprender a conducir instituciones, rompiendo antiguos paradigmas e instalando la idea de que la sociedad solo se puede construir mediante la creación, la gestión y la evaluación conjuntas; algo que solo se puede alcanzar reconstruyendo la confianza entre los ciudadanos, y entre estos y la institucionalidad democrática.
Estos nuevos liderazgos deberán contribuir a fortalecer y crear nuevas formas de vinculación entre el Estado y la sociedad. Para lograr una recuperación inclusiva y sostenible se requerirán liderazgos públicos que tengan capacidades renovadas para pactar y trabajar horizontalmente, y que sean resilientes, transformadores, colaboradores, innovadores, éticos y transparentes.
Para este fin es útil tomar en consideración la prospectiva, un proceso que busca anticipar y construir las opciones estratégicas que tiene la sociedad a largo plazo, superando el ciclo de cada gobierno. Esas opciones deberán constituirse en políticas de Estado que permitan coordinar la agenda pública del conjunto del país, gracias a una mayor capacidad para promover el diálogo social permanente. En la actualidad, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe operan con visiones, planes y estrategias de largo plazo.
De acuerdo con CEPAL (2018) y Naciones Unidas (2014 y 2015), para poner en práctica la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es necesario conjugar una mirada de corto plazo con una de mediano y largo plazo. Las Naciones Unidas visualizan la utilidad de la prospectiva para anticipar los choques externos y contar con herramientas para enfrentarlos, articular agentes nacionales y regionales, coordinar las políticas públicas y consensuar las diferentes visiones de desarrollo. Todo esto requiere, no obstante, de una capacidad de liderazgo que logre convocar a múltiples actores.
Es necesario aprender de manera exponencial y crear nuevas formas de hacer las cosas; por eso, la prospectiva actual requiere establecer una relación muy estrecha con la innovación, tanto la social, la institucional y la cognitiva, como por su puesto, la tecnológica.
Desde inicios de la década de 2000, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, a través de la Red de las Naciones Unidas sobre Administración Pública, viene analizando el desarrollo del gobierno electrónico en los Estados Miembros.
El número de países de la región en que el índice es alto o muy alto se ha elevado notablemente: de solo cinco países en 2003, a 28 en 2020. En los últimos dos años se ha progresado en la prestación de servicios en línea, en la conectividad, en la alfabetización digital y en la promoción del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Para promover la eficiencia de los gobiernos es fundamental que en los diferentes sectores de la administración pública se pongan en práctica sistemas interoperables, es decir, con la capacidad de que las organizaciones interactúen con vistas a alcanzar objetivos comunes acordados previa y conjuntamente, con la puesta en común de información y conocimientos entre las organizaciones mediante el intercambio de datos entre sus sistemas de TIC respectivos”.
Para integrar sistemas de datos de diferentes organismos públicos de esta manera, es necesario digitalizar en gran medida las bases de datos. Implementar iniciativas de interoperabilidad requiere cambiar el paradigma del servicio público, formular una propuesta de valor que incluya cambios culturales que permitan colocar al ciudadano en el centro de la gestión pública, y modificar los procesos, las instituciones y el relacionamiento con la ciudadanía.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Instituciones resilientes para una recuperación transformadora pospandemia en América Latina y el Caribe. Aportes para la discusión. Octubre de 2021. https://repositorio.cepal.org/